El Síndrome del Nido Vacío.

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sindrome nido vacio

La soledad del hogar silencioso.

Visualiza que has dedicado toda tu vida a la preservación y restauración de un precioso automóvil de época. Lo mantenías celosamente resguardado en tu garaje, trabajando en él con cariño y perseverancia, metódicamente, invirtiendo valiosas cantidades de dinero y tiempo, y vertiendo especialmente tu esfuerzo y delicadeza en cada tarea. Siempre abrigaste la esperanza de manejarlo en el futuro, sabiendo que sería la recompensa a tus sacrificios y una insignia de tus logros.

Pero un día, al borde de ver culminado tu trabajo, te das cuenta de que el coche ha desaparecido de tu garaje. Sabes que ha sido robado y, a tu consternación, lo ves pasar por tu casa de vez en cuando, pero te encuentras incapacitado para recuperarlo. Alguien se adelantó a ti, terminó lo que tú comenzaste y ahora tiene el descaro de pasear en él, ostentando tu esfuerzo. La frustración que sientes es devastadora, como una tormenta de desesperanza que se arremolina en tu pecho. Es una sensación incómoda que te recuerda constantemente lo cerca que estuviste de cosechar los frutos de tu labor, solo para verlos arrebatados de tus manos. Es una sensación que te deja con una amargura difícil de describir…

Ahora cambia un momento de catalejo, ponte uno mucho más sensitivo y afectivo. Cambia bujías por pañales, la llave inglesa por tus brazos y la grasa negra por todas esas preocupaciones maternales. Imagina que no es un coche lo que un día desaparece de tu garaje, sino aquel hijo que un día creció, maduró, aprendió y se marchó. O mejor dicho, un hijo al que criaste, maduraste, enseñaste y al que ayudaste a hacer la mudanza.

Muchos padres se han pasado sus mejores años cuidando de sus hijos, educándolos, lavándoles la ropa, haciéndoles la comida; sin tiempo de gimnasio, viajes, yoga o cine; llegando al punto de que sus ratos de tranquilidad se limitaran a los quince minutos de sofá antes de irse a dormir. Agobiados y agotados, pero no por ello menos felices, porque los tenían a ellos, a sus hijos, sus abrazos, sus sonrisas, sus historias, sus inseguridades, sus imperfecciones…

Pero no solamente dejan de tener tiempo de calidad para ellos y especialmente para ellas – ya que, por desgracia, la crianza sigue cargándose más sobre los hombros de las madres – sino que olvidan como encontrarlo, olvidan como disfrutar de la vida y cuidarse sin depender de nadie. Y en esas, un día tus hijos se independizan y ya no te necesitan.

Mientras tengas una buena red de apoyo social, una pareja estable, una ocupación o un objetivo, o sepas dedicarte a cuidar de ti mismo o misma, el golpe será menos duro. Pero… ¿Y si tu red de apoyo se ha visto minada después de años de maternidad, hogar y trabajo? ¿Y si estás separada, viudo o tienes una mala relación de pareja? ¿Y si no has tenido tiempo de cuidarte? En ese caso, este momento de tu vida puede generar un gran vacío, una importante sensación de pérdida, de sentirse insignificante e inseguro, y provocar una profunda tristeza, llegando incluso a desencadenar una depresión.

En la literatura, a este hecho se le ha acuñado con el nombre de Síndrome del Nido Vacío. Actualmente no es un trastorno tipificado como tal, pero sí que ayuda a describir, de un modo muy gráfico, una situación más común de lo que nos gustaría: ese momento en el que los hijos se independizan y la soledad aparece y se apodera del hogar, cuando los polluelos vuelan del nido. Es en ese momento cuando las madres o padres se enfrentan a la ardua tarea de convertirse en independientes, centrarse en sus propias necesidades y hacer todo aquello que quieran, sin cargas y sin rendir cuentas a nadie. Algo para lo que nadie nos enseña: dejar de pensar en los demás y centrar todos los esfuerzos en uno mismo.

Características del síndrome del nido vacío

El síndrome del nido vacío es una etapa que algunos padres experimentan cuando sus hijos abandonan el hogar para comenzar a vivir de manera independiente. Es importante tener en cuenta que no todos los padres experimentan el síndrome del nido vacío de la misma manera. Mientras que algunos padres pueden sentir un gran impacto, otros pueden encontrar el cambio liberador y emocionante. Aquí te enumeramos algunas de las características y síntomas más comunes de este síndrome en psicología:

  • Sentimientos de tristeza y soledad: Las personas pueden experimentar un profundo sentimiento de tristeza y soledad, ya que pueden sentir que han perdido un propósito en vida. Uno de los rasgos más notorios del síndrome del nido vacío son los intensos sentimientos de tristeza y soledad que pueden invadir a los individuos afectados. A medida que sus hijos se marchan y comienzan a vivir de manera independiente, pueden sentir una vastedad de emociones, siendo la tristeza y la soledad dos de las más dominantes. Esto puede surgir de la percepción de que han perdido un propósito vital o su principal función en la vida. Durante muchos años, su rol como padres y cuidadores ha sido el foco central de su identidad y actividades diarias. Ahora, con el hogar vacío, pueden encontrarse a la deriva, sin saber cómo llenar el tiempo y el espacio que anteriormente estaba ocupado por la crianza de los hijos. Esta sensación de pérdida de propósito puede resultar en una profunda tristeza. Puede parecer que se les ha arrebatado una parte crucial de su identidad y que se enfrentan a un futuro incierto. Es común que los padres se sientan algo perdidos durante este período, lidiando con una tristeza que puede ser abrumadora. Por otro lado, la soledad puede arraigarse mientras se ajustan a la ausencia física de sus hijos. Aunque la soledad puede ser un sentimiento común en muchas etapas de la vida, puede ser particularmente intensa durante el síndrome del nido vacío. La casa que una vez estuvo llena de la vitalidad y las voces de los hijos puede parecer ahora demasiado grande y demasiado silenciosa, exacerbando la sensación de aislamiento. La tristeza y la soledad no son estados permanentes y hay muchas maneras de navegar y superar estos sentimientos. Buscar apoyo profesional, mantenerse ocupado con actividades significativas y mantener una comunicación abierta y regular con los hijos pueden ser útiles para manejar estos sentimientos asociados con el síndrome de nido vacío.
  • Cambios de humor: Pueden aparecer cambios de humor constantes, pasando de la tristeza a la irritabilidad, frustración o ansiedad muy rápidamente. En el contexto del síndrome del nido vacío, una de las manifestaciones más observables pueden ser los cambios repentinos y bruscos de humor. Estos cambios pueden ser extremadamente fluctuantes, oscilando entre emociones diversas como tristeza profunda, irritabilidad, frustración o ansiedad en un corto período de tiempo. La tristeza puede ser precipitada por la sensación de pérdida y soledad que sigue a la partida de los hijos del hogar. Esta emoción puede ser especialmente penetrante cuando los padres se enfrentan a la realidad de una casa vacía, un comedor silencioso, o recuerdos de días más ruidosos y llenos de vida. Por otro lado, la irritabilidad puede surgir a medida que los padres luchan por encontrar un nuevo sentido de normalidad y propósito en su vida cotidiana. Pueden sentirse frustrados e irritados por la menor de las perturbaciones, manejando las emociones no resueltas que el vacío del nido ha destapado. En situaciones en las que se sientan emocionalmente sobrecargados, los padres pueden experimentar episodios de ansiedad. Esta puede venir acompañada de sentimientos de desesperanza, miedo y preocupación, especialmente en aquellos casos en los que los padres sienten que han perdido su rol o propósito en la vida. Puede ser útil que los padres se den cuenta de que estos cambios de humor son una respuesta normal y comprensible a un cambio significativo en su vida. Si estos cambios de humor se vuelven abrumadores o debilitantes, puede ser útil buscar el apoyo de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o un consejero, para ayudar a manejar y procesar estas emociones.
  • Vacío: Se puede experimentar un sentimiento de vacío, como si algo importante faltara en la vida.
  • Perdida de identidad: Algunos padres pueden sentir que su identidad se ha perdido ya que su rol primario (cuidar y criar a los hijos) ha cambiado.
  • Temor al envejecimiento: El partir de los hijos puede recordarles a los padres el paso del tiempo y la proximidad de la vejez.
  • Sensación de rechazo: Algunos padres pueden interpretar la partida de los hijos como un rechazo o como una señal de que ya no son necesarios.
  • Dificultad para adaptarse al cambio: El cambio en la dinámica familiar puede ser difícil de manejar, generando posibles dificultades de adaptación.
  • Preocupación excesiva por los hijos: A pesar de que los hijos ya viven independientes, algunos padres pueden seguir sintiendo una intensa preocupación por su bienestar.
  • Aumento de ansiedad o estrés: La combinación de todos estos sentimientos y cambios pueden conducir a aumentos en los niveles de ansiedad y estrés.

Puede que te sientas identificado o que hayas reconocido los síntomas de alguien cercano, si es así no dudes en ponerte en contacto con nosotras. Te ayudaremos a focalizar todos tus esfuerzos en ti misma o mismo y a aprender a ser feliz de nuevo.

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